Publicado el 14/11/2019 a las 16:14
Genealogía: Durante al dominación árabe de España, sobre el siglo VIII, -se dice-
que fue introducido en Andalucía un indeterminado palomo no buchón, de caray
pico cortos y con rafe o pliegue vertical en el buche. Sevilla lo adoptó y se
cruzó con lo que por entonces fuera el buchón Gorguero y, después con el otro
de nuestros grandes palomos, el también buchón Colitejo. El tiempo de
consolidación de la raza, escapa toda especulación, contando con que se
desconoce incluso cómo serían por entonces estas dos razas con las que se
fundió. Tanta distancia en el tiempo, hacen suponer que las transformaciones
hayan sido de consideración en todos los componentes: creadores y creado. El
buchón Rafeño, el rey de la seducción, llega a nuestro tiempo con la siguiente
imagen:
Morfología: Palomo buchón, de buche amplio de superficie, redondeado, livianamente
colgante y algo sujeto de movimientos: cabeza ancha y corta, dando el aspecto
de cuadrada; pico el máximo de corto y grueso; carúnculas nasales altas, anchas
y proyectadas hacia delante. Miembro por miembro, no tiene nada largo en su
cuerpo. Su fisonomía; es un cúmulo de proporciones armónicas anchas y cortas,
suaves y redondeadas. Es ancho de pecho y hasta ligeramente ancho en su mitad trasera,
a la altura de la albardilla; de esternón rechoncho o achaparrado aunque
agradable. Cuando ha de bajar la cabeza, se le agacha ligeramente la cola y su
semblante es atractivo, acaso de aspecto risueño.
Temperamento: Es sumamente meloso e insuperable en materia de seducción, bravo y
noble, como el toro de lidia; apacible y receloso a lo desconocido; al
arrullar, lo hace con garbo y da unos pequeños saltitos girando en torno a la
hembra pero, generalmente, sin tocarla, manteniendo una delimitación de distancias
que sólo rebasará teniendo exceso de celo, pero nunca ahuyentándola o
molestándola; arrulla a la hembra exactamente lo preciso y, acto seguido, la
anida o llama a un rincón, operación que repite insistentemente, señoreándose
ante ella, hasta conseguir su propósito de emparejamiento, soporta inalterable,
como ningún otro, el juego del "celo y hembreo" por el férreo apego
que tiene a su palomar y su condición de celo equilibrado. De primera
intención, soporta la presencia de un macho ajeno a su palomar (no con los de
éste) aunque el intruso le castigue; acoge la presencia de un congénere
extraño, abriendo las alas o accionándolas y llega a simular la iniciación del
vuelo para llamar la atención del que le sobrevuele, a semejanza del señuelo.
El enjuiciamiento, fiel determinante de su valía, ha de realizarse en
certamen de ámbito cerrado, según el buen entendimiento de los jueces
especializados de la raza, cuyas formas estéticas y temperamentales, regual el
presente estándar.
ESTÁNDAR
Aspecto general: En este apartado se integran los rasgos típicos determinantes de la
raza; las características a las que no se puede aplicar capítulo de puntuación
por ser cualidades ocultas, intangibles, como son los signos de nobleza que
aporta su herencia genética; la visión armónica de conjunto y las proporciones
de peso y medidas. Es mediano de tamaño aunque se cultiva o selecciona para
tratar de aumentar su cuerpo, de forma tal que puntúa más a medida que se
aproxima, proporcionalmente, a las cotas máximas. Actualmente, el largo medio
está entre 22 y 26 centímetros, medición tomada desde el extremo anterior al
esternón, hasta el final de la cola, la proporción de anchura, debe ser lo más
aproximado a la mitad de la longitud y el peso, entre 400 y 440 gramos.
Cabeza: Debe ser ancha de ojo a ojo, con hendidura palpable entre ambas
cuencas que, a la vista, aparenta ser plana por encima; corta de las carúnculas
nasales a la nuca, con aplastamiento de esta parte trasera, que da el aspecto
de ser cuadrada en su conjunto; las plumas que le cubren el cráneo, deben ser
muy contraídas hacia éste, sedosas y pequeñas, como si estuviera cubierto por
un fino y apretado terciopelo, marcando su estructura ósea. Las carúnculas
nasales y el cráneo, deben estar totalmente unidos, sin espacio intermedio que
los separe de mediar alguna distancia
mínima, habría de tener por esta parte, la misma anchura que la frente,
armónica en este sentido con las carúnculas. El ideal, es ceñirse al mínimo de
distancia en el conjunto pico-nariz-cráneo-nuca.
Ojo y Ribete del Ojo: El ojo, deber ser hermoso, espacioso y estar situado a la misma altura
de la cara; de fuerte coloración, acorde con el color de la pluma y denotando
la salud, vigor y temperamento del animal. El Ribete, está formado por una orla ligeramente espaciosa, lisa de
rugosidad y plana con respecto al ojo y a la cara; de color amarillo pálido
preferentemente, que se da en todos los plumajes, y en segundo término, acorde
con el color de la pluma. Ambos, ojo y ribete, han de decantar la buena raza,
su finura y signos de nobleza y también ojo y ribete, deben situarse lo más
cerca posible de la boquera o comisura del pico.
Pico: Debe ser corto y grueso en grado superlativo, con mucha curvatura
sobre la parte alta de la mandíbula superior, siguiendo la misma línea de
altitud que marcan las carúnculas nasales por su parte frontal, de forma que,
estando el animal erguido, la punta del pico ha de estar en dirección al suelo
o aún más.
En menor grado, la mandíbula inferior también debe curvarse hacia
arriba por su parte externa, creando así entre ambas esa deseada reciedumbre
del pico. Estas dos partes de pico deben estar perfectamente encajadas entre sí
y sin desviaciones laterales, de boquera a boquera, debe tener una considerable
anchura, espacio éste que se denomina "boca" y es la base, escasa
base en dirección a la cabeza, en la que han de cobijarse las carúnculas
nasales, en armonía con el conjunto de la cabeza. El color del pico, debe
concordar con el del plumaje y este color del pico, no debe invadir el blanco
harinoso de las carúnculas para evitar la falsa impresión de más pico y menos
carúnculas nasales.
Carúnculas nasales: Deben ser anchas, más que la anchura trasera del pico, situadas todas
sobre él, sin montarse sobre la frente y de similar anchura a la de la cabeza;
desde el pico, deben ir ensanchando gradual y aceleradamente hasta el final,
formar un arco sobre las boqueras -de una a otra- y sin más ondulación que la
del propio arco, proyectadas hacia arriba e inclinadas hacia delante por su
parte alta; su configuración, debe ser lisa de descomposición, sólo será
admisible con reservas. En este caso, deberán ser igualmente uniformes entre
sí; que el rizado o descomposición, lo sea a pequeñas partículas y que no
invada la frente al aumentar de tamaño la carúncula, ocasionando el despeinado
de la pluma al ocupar la misma base que ésta.
Verrugas: Las verrugas, son unas membranas carnosas situadas en la parte
inferior del pico, similares en composición y colorido a las carúnculas
nasales. Es apetecible como ideal, que sean tres del tamaño de vezas, más
abultada la del centro o que tenga sólo una, la que en el caso anterior sería
la del centro, que aún habría de ser mayor o, en último término, las dos
laterales. Puntúan por este orden. En su configuración ideal, habrían de
guardar proporción dimensional y estética con las carúnculas y formar el tan
deseado "rosco" en torno al pico que tanto favorecen el global de la
cabeza y la puntuación en cada uno de los apartados y en el aspecto general. La
falta en más o menos proporción de estas verrugas, es defecto de estética, no
de escasez de raza.
Buche: De amplia superficie, toda la base de su redondez, sobrepasa el
diámetro del pecho: hacia abajo, quedando colgante sin exceso y ancho, y por
los lados, cubriendo con amplitud los codillos de las alas. Al grosor del
cuello, también afecta en este sentido, pues, es apetecible que, de la parte
trasera del cuello, le caiga una pequeña porción de pluma sobre el morrillo o
jiba; la jiba, sólo quedará al descubierto cuando el animal ha de agachar la
cabeza o cambiar su posición de erguido; su magnitud de pluma, es grande y
suave, rizada y esponjosa; es poco abultado hacia delante y algo rígido de
movimientos; todo él, se funde como un solo cuerpo en su unión con el tronco;
tiene un pliegue vertical en el centro, denominada "rafe" de lo cual
el Rafeño recibe su nombre. Este "rajado de buche", se inicia bajo el
pico y surca su parte frontal hasta la altura de la quilla, quedando excluidos
los bajos del buche. Por esa parte, hurgándole, se observa que apenas si le
nacen plumas y, las colindantes, se le inclinan hacia dentro. Es apetecible que
arrulle más bien erguido y que entre arrullos, delante del pecho, con un ligero
arqueado de cuello y favorece su estética que grife un poco la pluma bajo la
nuca, no más alto. El buche en su aspecto pluma, ha de ser de amplia base y
toda ella cubierta de tornasolado.
Patas y Canastilla: Las patas deben ser cortas y recias, ligeramente separadas entre sí,
limpias de calzas y escamas y tibia y peroné han de formar un conjunto angulado
al tacto; las uñas deben ser pequeñas y poco curvadas. La Canastilla, la forman las plumas que le nacen en la
pechuga al cruzarse sobre el esternón o quilla. En el Rafeño, estas plumas son
abundantes y le deben cubrir buena parte de la pata, hasta pasada la rótula
(anilla de 9 mm.).
Dorso, Albardilla, Cola y
Alas: El Dorso
o espalda, debe ser de constitución ancha, como toda la parte frontal del
animal y la pluma aplanada sobre el cuerpo tanto por encima de las coberteras
como entre ellas; su parte trasera, a la altura de la albardilla, continúa
siendo ligeramente ancha, ocasionando una relativa redondez exterior y lateral
en todo lo que sería la última remera de cada lado. La Albardilla, ha de ser ancha y bien poblada en toda su extensión y
formada por tandas de plumas amplias y debidamente escalonadas. Por esta parte,
tampoco debe erizar la pluma o cuanto menos mejor. La Cola, habrá de ser corta y ancha en proporción con la albardilla y
las plumas, separadamente, también son anchas y de poca longitud. En el
percheo, lleva la cola casi totalmente abierta y ligeramente inclinada hacia
abajo, aunque no puntúa menos si es más plano y abre más la cola. Las Alas, deben ser cortas, redondeadas y
de amplia superficie, pluma ancha y unas sobre otras, más montantes de lo
normal, aunque con la debida aireación en las denominadas dedos; la separación
entre ambas tandas de remeras, es poco perceptible con respecto a la
inclinación de las plumas, siendo más largas por este lugar intermedio: deben
llegarle hasta el final de la cola, situadas por encima de ésta y no colgantes;
las secundarias, deben asentar bien sobre la albardilla, redondeándola.
Colores: Se admiten todos los colores, incluidos los blancos, puntuando menos
los desequilibrios melánicos o la irregular aparición de plumas blancas
intercaladas, principalmente en las alas.
CONSIDERACIONES AL MARGEN DE LA
El Rafeño es un animal receloso y huraño a lo desconocido, de ahí que
requiera de un adecuado entrenamiento para no hacerle recelar del territorio
que sobrevuela. De pichón, en los primeros vuelos, debe hacérsele acompañar de
palomos que vuelen en amplia circunferencia para hacerle conocedor de la zona
que ha de ser su ambiente en los primeros celos, de hembras de vuelo largo. Con
este adiestramiento, que no todos necesitan, se propicia el que salga volador
en cuyo caso, vuela tanto o más que el buchón que más y con la facultad a su
favor, de poseer mejor condición. Con el adiestramiento, se evita que sea de
corto vuelo, denominado "tornero". La zona que no sobrepasa deja de
hacerlo por miedo, no por falta de facultades físicas.
El vuelo, las características más diferenciadas y las que no se le dedica interés selectivo, son que lleva el cuello curvado de su nacimiento hacia abajo y sobre la mediación del cuello, inclinado hacia arriba, formando un acentuado arco inverso; el buche lleno en más o menos proporción y colgante más que arrullando. Esta configuración, deja con el morrillo o jiba sobresaliente con respecto al resto del cuerpo y acrecienta esta sensación el hecho de que lleva la cosa semicerrada y ligeramente caída. No a todos se les aprecia mucho esta característica, pero es propia de la raza aunque poco apreciada.