Publicado el 27/09/2019 a las 14:40
Palomo originario de las Islas Baleares, principalmente de la isla de Mallorca, probablemente mediante cruzamientos entre diversas razas de palomos buchones, destacando de entre ellas el antiguo laudino valenciano y el rafeño.
Poca
cosa se conoce del antepasado del “buchón balear”. Se sabe que la afición a su
cría, para la conquista de palomas perdidas, es muy antigua y original de la
cultura árabe. Con la conquista árabe de la Península Ibérica se extiende y
también fue muy practicada en las colonias españolas del Norte de África. Así
se hizo común esta práctica por toda Andalucía, Murcia y Levante, como zonas
principales, donde todavía persiste. A partir de aquí se expande, con el
tiempo, a las partes limítrofes.
Se
desconoce si los árabes, en su estancia a Mallorca, introdujeron este tipo de
palomos y por tanto la práctica del deporte de captura de palomas perdidas con
los palomos buchones, porque por el momento no se ha encontrado ningún
documento que hable de esto, única oportunidad de enterarnos de su existencia.
La
primera constatación escrita que habla de este tipo de palomos hace referencia
precisamente de un envío de estos animales. El Archiduque Luís Salvador, tantas
veces testimonio de muchas informaciones históricas, nos dice que el marqués de
la Fontsanta ha probado la aclimatación de los palomos andaluces llamados
“ladrones”, también dice que no ha calado mucho dentro de los aficionados
mallorquines y que sirven para llevar al palomar los palomos extraviados.
Jaime
Conrado, hijo del marqués de la Fonsanta, presenta en la exposición agrícola,
organizada por el Instituto Agrícola el año 1868, una pareja de estos tipos de
palomos que tuvo una buena aceptación.
El
Archiduque no especifica que tipos de palomos andaluces eran exactamente y no
nos sirve mucho la pista, ni podemos evaluar si esta casta llegada a finales de
siglo pasado influyeron o marcaron los que ahora forman la población local de
palomos “buchones baleares”.
Sólo
en Andalucía hay alrededor de diez razas de palomos buchones, algunos
totalmente diferentes del “buchón balear” en cuanto a morfología y forma de
volar, otros son más parecidos, aunque los “buchones baleares” se distinguen en
personalidad a todas las razas de palomos buchones.
No
podemos considerar el “buchón balear” sin emparentarlo con los otros palomos
peninsulares ya que, poco o mucho, pronto o tarde, le han influido. Ya sabemos
que esto suele pasar más cuando se busca una funcionalidad concreta por unos
animales mucho más valorada que una estética especial.
Aspecto General:
Palomo de tamaño mediano a pequeño, es armonioso, esbelto, de líneas curvas y
suaves, de pecho ancho, posee un buche de tamaño normal y no muy colgante,
porte erguido, ardiente y activo. Alas grandes y poderosas para el vuelo. Su
forma de caza y vuelo está basada en tres aptitudes bien definidas:
persecución, seducción y autoconservación.
Tiene
una posición erguida con la cabeza alta y la cola baja. Se podría decir
que son unos ligones, elegantes con un
instinto fortísimo e insistente de llevarse la paloma ligada a su palomar.
Las
proporciones deseadas son: largo de 22 a 26 centímetros, medición a tomar desde
el extremo anterior de la quilla hasta el final de la cola, y el peso entre los
400 y 450 gramos.
Carácter:
Palomo de carácter nervios, inquieto, ágil, ligero y buen volador. Temperamento
fogoso y fuerte en los machos, y muy celoso en las hembras.
Cabeza:
La cabeza es dedondeada, ligeramente almendrada, no muy ancha en su parte
superior, en curva suave desde la nuca a la punta del pico y bien proporcionada
al cuerpo. La línea supra-craneal es convexa, es decir, redonda, formando una
curva completa desde la nuca hasta la punta del pico. La forma ideal es que no
exista ningún quebrantamiento o concavidad entre la frente y el perfil del
pico, es decir, la línea de la frente no debe romperse con la nariz in el pico.
Es mejor que la medida de la cabeza tire por pequeña, que no sea demasiado
grande.
Ojos: El ojo está bien
proporcionado a la medida de la cabeza, son muy expresivos, con una mirada casi
ofensiva. Son hermosos, espaciosos, de fuerte coloración, acorde con el color
de la pluma y denotando salud, vigor y temperamento del animal. El iris tiene
un color rojo-cereza bien vivo, encendido, brillante y redondo. En los palomos
de plumaje claro tiene tendencia a colores más claros y en los blancos es de
color negro. De entre todos los colores de ojos, el más apreciado es el rojo
encendido, despreciando el anaranjado o amarillo pálido.
Ribete ocular:
El ribete del ojo o párpado es fino y liso, de poco grosor, sin ningún tipo de
rugosidad y plano con respecto al ojo y a la cara. Será del mismo color del
plumaje, siempre el más oscuro posible, mejor de color grisaceo y nunca de
color carnoso o blanquecino. También se admite, sobretodo en ejemplares más
veteranos, un doble párpado un poco más claro en la parte superior frontal.
El
ribete del ojo y el ojo son un detalle de pureza muy importante en el “buchón
balea”.
Carúnculas nasales:
Las carúnculas nasales son de forma triangular, medianas, de textura lisa y
finas. Son de color blanco y con la edad no se deben desarrollar.
Pico: El
pico es corto y grueso, ligeramente arqueado o curvo, en línea con la frente,
sin discontinuidad y sin concavidad. Las dos mandíbulas son casi iguales,
sobrepasando la superior ligeramente la inferior. Estas dos partes del pico
están perfectamente encajadas entre sí y sin desviaciones laterales. La base
del pico es moderadamente gruesa, aunque por la poca longitud que tiene da la
impresión de robusteza.
El
color será negro en los palomos oscuros y de color asta de toro en los más
claros en correlación con el plumaje, aunque serán más apreciados siempre los
más oscuros.
Con
la edad se admite una pequeña verruga situada en la parte inferior del pico,
como máximo de una veza.
Cuello:
El cuello es corto y robusto. Por la parte de la nuca es inclinado y ancho y,
por debajo, casi inexistente, se confunde con el buche.
Buche:
El buche es de tamaño normal, de amplia superficie, aunque en la primera
impresión no lo parezca, ya que lo tiene muy bien compuesto. Debe cubrir los
hombros y casi no sobrepasar el esternón. Es muy redondeado, sin hacer bolsa,
casi no cuelga ni hace la sensación de flacidez. Todo él, se funde en un solo
cuerpo en su unión con el tronco. Así debe de llevarlo en el vuelo y cuando
arrulla. Pude tener un inicio de pliegue vertical en el centro del buche que se
inicia bajo el pico, pero sin rajar el buche. Es apetecible que arrulle más
bien erguido y que entre arrullos, adelante el pecho, con un ligero arqueado de
cuello. El buche en su aspecto de pluma, ha de ser de amplia base y toda ella
cubierta de tornasolado.
Espalda: La
espalda es ancha en los hombros y plana, cae en línea recta hasta la rabadilla.
Los hombros están muy separados. La pluma debe estar aplanada sobre el cuerpo
tanto por encima las coberteras como entre ellas.
Desde
la espalda hasta la rabadilla la anchura va disminuyendo considerablemente.
Pecho:
El pecho es muy ancho y bien musculado, lo que le proporciona una gran
resistencia y capacidad para el vuelo.
Alas: Las alas son
largas y de amplia superficie, pluma ancha, uniforme y redondeadas en la punta.
Cuando el animal camina o está quieto, las lleva siempre sobre la cola, sin
cruzarse, tampoco es bueno que cuelguen. La longitud ideal es de un centímetro
menos que la longitud de la cola, aunque puede llegar hasta el final de la
cola. Normalmente tienen diez plumas remeras principales, muy amplias y
colocadas bien juntas, aunque es deseable que posean once plumas de vuelo. La
separación entre ambas tandas de remeras es poco perceptible con respecto a la
inclinación de las plumas.
Cola: La cola, recta y
siguiendo la línea recta de la espalda, tiene doce plumas timoneras de
alrededor de tres centímetros de anchura cada una. Cuando el palomo vuela, la
forma de la cola en posición estática es recogida y si, se despliega un poco,
queda un poco abierta en forma de teja quedando las plumas de los extremos casi
verticales.
El
“buchón balear” tiene abundancia de plumas que le dan un tacto muy suave,
aunque bien pegadas al cuerpo.
Patas:
Las patas son cortas y finas, proporcionadas al palomo, ligeramente separadas
entre sí, sin ser calzadas de plumas, de color rojo carnoso oscuro en palomos
de plumaje oscuro y rojo en los de plumaje más claro, apreciándose más siempre
el color rojo carnoso oscuro, que al ser pichones son casi negras.
Los
dedos están abiertos y arqueados. Las uñas son pequeñas y fuerte, de color el
más oscuro posible, como el pico.
La
anilla recomendada es la de 8 mm.
Plumaje: Los
colores que presenta el “buchón balear” son pocos, siempre colores cerrados y
sin manchas. Los más apreciados por orden decreciente son: el azul, el toscado,
el azul gotado, el gavino, el medado, el negro y después todos los demás
(blancos, rojos, pelo de rata, cenizos ...).
Son
defectos los desequilibrios melánicos.
Principales
defectos:
·
Tamaño general del palomo
muy pequeño/grande.
·
Falta de carácter y
temperamento.
·
Cabeza grande, redonda y
ancha, desproporcionada con el cuerpo.
·
Ojos apagados de color
anaranjado o amarillo pálido.
·
Ribete grueso y con
rugosidades, de color carnoso o blanquecino.
·
Carúnculas nasales muy
desarrolladas y con rugosidades.
·
Pico demasiado corto/largo
y demasiado engatillado.
·
Carúnculas nasales y pico
en discontinuidad con la frente.
·
Cuello muy largo.
·
Escaso de buche o muy
grande y colgante.
·
Poca espalda y pecho.
·
Alas cortas, colgantes y
cruzadas.
·
Patas calzadas de plumas.
·
Desequilibrios melánicos
en el plumaje y la irregular aparción de plumas blancas intercaladas,
principalmente entre las alas.
Comentarios
Generales: La selección del palomo “buchón balear” está orientada en conseguir
un tipo de palomo con unas características que lo diferencien bien de cualquier
otro tipo de palomo buchón.
El
objetivo es que sea un buen volador, que sepa empalomar otros palomos perdidos,
que sepa convencerlos para acercarlos a su palomar y no debe posarse en palomar
ajeno al suyo.
Se
podría pedir que son unos ligones, elegantes, atletas y con un instinto fortísimo
e insistente de llevarse el palomo ligado a su palomar.
En
estas acciones el palomo no suele distinguir entre razas, tipos, colores,
edades o sexos, aunque siempre van más encendidos cuando se trata de una
hembra.
Este
entretenimiento suele ser practicado solamente con los machos porque tienen las
características antes descritas más exageradas.
Los
aficionados al palomos “buchón balear”, en su función de caza y vuelo, las
dividen en tres apartados. Cada uno de ellos trata de conseguir una parte del
objetivo total y son imprescindibles los tres; por tanto, si falla alguno la
caza no se lleva a término, por muy bien que se hagan los otros.
Estos
tres apartados de la caza se denominar: persecución, seducción y
autoconservación.
Para
la persecución tiene las suficientes
aptitudes para vigilar, controlar los alrededores de su palomar y darse cuenta
del paso de algún palomo perdido. Esto, enseguida le propiciará el instinto de
levantar el vuelo y perseguirlo. Esta persecución se hace con una energía y una
vitalidad sorprendentes, poco comunes, con insistencia y manteniendo un vuelo
esforzado, casi acrobático.
En
los momentos de la insistencia a los palomos perdidos, se dice que comienza la seducción. Por seducción entendemos el
juego, las maniobras, acciones y recursos que utiliza el palomo buchón para
llamar la atención y convencer, al mismo tiempo, al palomo perdido. Cada palomo
tiene su propia gama de recursos como enseñar el palomar, la comida, el agua,
entrar al nido y otros muchos más sutiles. No se cansa y es capaz de repetir
las mismas maniobras una y otra vez, hasta que el palomo perdido entre dentro
del palomar. Si el palomo perdido levanta el vuelo, el buchón no se da por
vencido y se levanta detrás a perseguirlo, volviendo a empezar otra vez todo el
ceremonial.
Todas
estas operaciones las realiza con una melosidad expectante, sin ninguna
brusquedad y sin acosar nada al palomo perdido. La conquista se hace a las
buenas y es un defecto del palomo si atosiga o el instinto le lleva a ser
demasiado fuerte y a maltratar al palomo perdido.
La
tercera condición es bien lógica, no ha de perder el instinto de orientación ni defensa cuando se concentra
con otro palomo, es la autoconservación.
Muchos palomos buchones, detrás de la presa, se van alejando y después no saben
volver al palomar. También, cuando persiguen el palomo perdido, se pueden posar
sobre un tejado o palomar ajeno al suyo, con el peligro que esto supone de
quedar atrapado. Por tanto, para el instinto antes mencionado, es mejor que el
buchón sólo se pose en su palomar.
No cabe decir que el aficionado busca los buchones que se aproximen a la perfección a estos tres aspectos para gozar de buen espectáculo. El buchón que cumple con estos requisitos se convierte en un palomo apreciado, viciado y valorado.